En este relato he jugado con las perspectivas y con los dobles sentidos. Léelo porque ya te aviso que nada es lo que parece.
Indiferentemente del tiempo, ella siempre viene cuando el sol está en lo más alto del cielo. Aunque no siempre se sienta en el mismo banco ni está en la misma esquina, siempre la encuentro en la misma zona del parque. Imperturbable, día tras día.
Me gusta verla aparecer y en el momento en el que la diviso me acerco a ella guiada por su olor. Un perfume de rancio y de cerrado que, aunque, no único en su especie, sí característico de ella por sus trazas de pan y alpiste.
Puedo apreciar su buen gusto al vestir. Si bien es cierto que siempre lleva las mismas prendas y las mismas tonalidades. Debo decir que sabe combinarlas y añadirles algún sutil toque que las hace diferente en cada ocasión. Su rostro parece menos arrugado gracias al rojo de sus labios y sus mejillas y al azul o verde de sus párpados.
Sé que no soy la única que la observa, aunque sí que soy la única que intenta no perderla de vista. Y, a pesar de que no sabe ni mi nombre y que a todas nos llama por igual, sé que, de algún modo, me distingue del resto y que, en verdad, soy yo, su palomita preferida.
FIN
Foto de William Olivieri en Unsplash
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Molt original i, certament, amb sorpresa inclosa en el punt de mira, a la qual t’encamina molt bé la riquesa descriptiva de la narració.
Gràcies 😛